El swing es un baile que nace en los años 20. Sus raíces afroamericanas se encuentran en los ritmos que ya los esclavos negros bailaban, pero que evolucionó en Harlem, Nueva York. de la mano de la aparición de la música Jazz. Su repercusión en la cultura estadounidense fue tan acusada que dio paso a lo que se conocería como “La era del swing”. Una de sus principales características en cuanto al baile es el abandono de una posición cerrada y la incorporación de una conexión abierta con la pareja, lo que permite más libertad de movimientos y, lo que es clave en el swing, una mayor improvisación.
Ya desde sus inicios, estos bailes destacaron por su componente integradora, pues fue el primer baile que unió a blancos y negros en las pistas de baile del Nueva York de los años 30, al ritmo de bandas de un color u otro. Incluso, avanzados a su tiempo, se dejó de lado los clásicos puestos del hombre como director del baile y la mujer como mera seguidora. Aunque existen los roles de “leader” y “follower”, estos son tomados independientemente del género del bailarín.
Son muchos los géneros de baile que incluye el swing, desde los más extendidos Lindy Hop y Charleston, incluyendo East Coast Swing, Balboa, Blues, Sant Louis Shag, Collegiate Shag…. Aunque todos tienen en común el carácter integrador y la improvisación como características básicas.
En los años 50 aparece el Rock’n Roll, derivado del swing y que gana cada vez más adeptos. El swing comienza a desaparecer del mapa hasta que en los años 80-90 se produce el “revival”, en el que aficionados estadounidenses y suecos tratan de recuperar el baile mediante las grandes figuras de la época. Un gran ejemplo de estas figuras fue Frankie Manning, considerado uno de los padres de la escuela actual de swing, que murió en 2009 y cuyos cumpleaños aún son celebrados con grandes fiestas. Hoy en día hay asociaciones, escuelas y otras actividades en casi todas las ciudades del mundo, realizando actividades internacionales casi a diario.