Hace ya cuatro años que este proyecto empezó su andadura, casi sin saberlo. Aunque yo no estaba, me encanta escuchar la historia del grupo de gente que se juntaba en bares y locales varios de La Laguna a aprender un baile que, tras casi un siglo, volvía a inundar toda Europa. Un año después de bailes, risas y mucha inquietud, se instituyó de forma oficial la Asociación de Swing Canarias – Paradise Swing, gracias a la constancia y la cabezonería (de la buena) de Tomy, al que todo el mundo que hable del swing en Canarias seguro que conoce. Y del grupo de locos que unió, por supuesto.
No se pueden imaginar la ilusión que me hizo cuando me invitaron a aquella primera reunión. No recuerdo casi nada de lo que se habló, pero había tantas ganas y tantos proyectos que el hecho de que me dejaran participar, me llenaba de orgullo, me contagiaba las ganas de hacer cosas.
Tres años después (¡tres años!) esos locos siguen ahí, y se les han unido muchos más locos con los que compartir música, bailes y risas. Ese ambiente casi utópico que el swing y su gente sabe crear, que engancha.
Desde entonces ha habido tiempo de muchos sociales, clandestinos, fiestas, participar en festivales, bailes improvisados… Han surgido escuelas, proyectos nuevos y gente con la que avanzar. Sin duda, esto es mucho que celebrar, ¿no lo creen? Ahora, solo tenemos un objetivo: seguir adelante y seguir creciendo. Y queremos hacerlo con ustedes ya que, al fin y al cabo, son los que hacen todo esto posible.
La vida actual marca un ritmo trepidante, sin casi tiempo para pensar mucho en mismo ni en los que le rodean. Contestar mensajes, correos electrónicos, trabajo, tareas varias… Entramos en un torbellino del que a veces es difícil salir. Y precisamente en el ojo de ese huracán se encuentra el swing para muchos de nosotros. Transportarnos a ritmos de otro continente y otro siglo, entrar en contacto con tu compañero de baile, establecer esa conexión. No importa si queda bonito lo que estás haciendo o no, lo importante es cómo sientes el baile. Hay espacio para comunicarse sin palabras, para sentir y para equivocarse. Para acompañarlo todo de risas y buena música.
Gracias por estos tres años, por estar ahí.
Gracias a todos por bailar con nosotros.
María Cebrián